Alessandra De Zaldo

Ésta Barbie es neurodivertida.

Desde una edad temprana habían ciertos comentarios o preguntas que creía que simplemente eran parte de mi personalidad, hasta hace unas pocas semanas.

- Ay, eres súper intensa.

- No mames, gritas todo el tiempo. Ya, shhhhhhhh

- Wey, tienes demasiada energía, que onda.

- Que distraída, ya pon atención.

- De dónde sacas tantas pendejadas, que ocurrente jajaj.

- ¿Otra vez se te olvidó?

- ¿Qué no tienes noción del tiempo?

- Otro hobbie ya no, enfócate.

- ¿Puedes dejar de mover el pie? Siéntate bien.

-Ten un poco de filtro con lo que dices, qué te pasa.

Y así, la lista sigue. Nunca le presté demasiado atención, obviamente, hasta que las piezas empezaron a encajar perfectamente y todo tuvo sentido.

            Siempre he tenido problemas de concentración, siempre. Sin embargo, pensé que sólo era porque me desesperaba hacer matemáticas o encontrarle sentido a lo abstracto. Pero por otro lado, cuando algo me gustaba, me envolvía completamente en eso, inclusive, de manera obsesiva. Lo tomaba como que era sumamente pasional. Cuando contaba mis anécdotas, nunca las terminaba porque me acordaba de 10,000 detalles previos o de otras anécdotas similares. Me disociaba constantemente en mis pensamientos o sin ninguno, sólo observaba un punto fijo. El tiempo para mí siempre ha sido un tema muy complicado, llegaba tarde a todas partes, aunque lo hubiera calculado perfectamente; algo se me terminaba olvidando o me acordaba de hacer otras cosas. Y así, instantáneamente, me catalogaba como un desmadre. No estoy diciendo que no lo siga siendo, simplemente hay una explicación.

            Mi terapeuta me hizo una evaluación después de haber encontrado un patrón en mi comportamiento. Spoiler alert: no soy psicópata.

- Bueno, te voy a hacer unas preguntas para determinar si tienes TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad). De acuerdo con como hemos estado llevando las terapias, ciertos problemas de procrastinación y comportamientos, es necesario tener un diagnóstico.

- Okay, dime.

- De chiquita, ¿ibas a terapias de lenguaje, escritura o lectura?

- Sí, solía tener dislexia.

Así que si a veces notan typos, sí sé escribir, pero ya saben la razón ajjaja.

- ¿Tenías problemas con la autoridad o algunos enfretamientos que te acuerdes que hubieras tenido en kínder?

- Mmm, sí recuerdo haber sido muy inquieta y con mucha energía. Me dijeron mis padres que aprendí a hablar desde los 10 meses y que no me he callado desde entonces. Pero en el kínder y hasta la fecha, siempre pido ir al baño cuando ya no aguanto estar sentada o escuchando a la misma persona hablar por un largo rato. Aunque, algo que nunca se me va olvidar es que una vez llamaron a mis padres para llamarme la atención. En el kínder, pedía permiso para ir al baño y me iba al jardín a atrapar lagartijas, las regresaba al salón y las ponía en los cubículos de pertenencias como regalos para mis compañeros. Y sí, durante toda la preparatoria, me sacaban de clases por platicar o distraer a los demás.

- Ajá, ¿has tenido problemas de ira?

-  Sí, hay ciertos comportamientos que me desesperan irracionalmente y suelo interrumpir a las personas cuando hablan para terminar ciertas palabras o porque me acuerdo de algo que creo que puede complementar lo que están diciendo.

- Ya, ¿cómo te iba en calificaciones?

- Excelente en las materias que me gustaban y las que no, las reprobaba.

- ¿Matemáticas y física?

- Sí, me fui a los extraordinarios.

- ¿Qué deportes practicabas?

- En realidad todos, solía hacer ballet, gimnasia olímpica, básket, futbol, box, yoga… Pero siempre cambiaba cuando me aburría, así que nunca fui muy comprometida con alguno en específico.

- ¿Tienes reputación de ser impuntual?

-Totalmente.

- Bueno, todavía tengo que checar algunas notas, pero la verdad es que sí tienes TDAH.

       En ese momento, sentí un alivio tremendo, no era un desastre. Había una explicación racional para como actuaba, pensaba y me sentía: era neurodivergente. Bueno, soy neurodivergente. Le conté a mi familia y como cero son chinga-queditos, me apodaron TD-ALE, pero también les hizo todo el sentido del mundo, aunque jamás sospecharon que lo hubiera sido, sólo me decían que era demasiado intensa. Yo sí había tenido mis dudas al respecto, pero sólo porque mis amigos que tenían TDAH me decían constantemente:

-Oye, Ale, creo que también pudieras tener TDAH, ¿quieres probar mi Aderall para ver si te sientes más calmada?

- Se necesita a uno para reconocer a otro.

Me gustaría volver a enfatizar la importancia de la terapia, pues sin ella jamás hubiera obtenido un diagnóstico. La verdad es que saber que tengo TDAH fue bastante liberador, pues entendí muchas cosas sobre mi personalidad, mis experiencias, decisiones y emociones. Veía el mundo en extremos, blancos y negros: me encantaba algo o lo despreciaba, me envolvía o lo dejaba, sentía una conexión increíble o me aburría. Solía creer que había un problema conmigo porque me costaba demasiado trabajo concentrarme en ciertas cosas, me sentía muy culpable por ser olvidadiza, egoísta por no manejar mis tiempos correctamente, muy hipersensible en ciertas situaciones, obsesiva con algunos temas, incapacidad de seriedad… Pero me siento más tranquila porque he estado trabajando en mí misma y utilizar todas las herramientas para mejorar mi concentración y estados de cambiantes de humor. También, le sirve a mis seres queridos para entender que simplemente mi manera de pensar y experimentar el mundo no es neurotípico como ellos sino neurodivertido jejejej. Y sí, por las mismas razones creo que conocerme es básicamente o me amas por mi intensidad o
me odias porque te desesperas, y está bien. Pregúntenle a Mickey Mouse. LOL.

        Algunos de los comportamientos típicos en personas que tienen lo mismo, es la falta de paciencia e irritarse con facilidad. Durante muchos años, he tenido que trabajar en mi frustración y problemas de ira en situaciones bastante absurdas pero que verdaderamente me sacan de quicio y me hacen tener reacciones un poco exageradas. Por ejemplo, la gente que camina lento, la gente que es grosera y no saluda… ufff, me desesperan tanto. El sonido de las personas rascándose me da mucho asco, me repugna y me enoja. Ir de compras a plazas comerciales me sobreestimula demasiado por todos los ruidos, luces y grandes cantidades de personas, además de tener que hacer filas muy grandes; es por eso que las evito. Me molesta acomodar las cosas en cierto orden y que alguien las mueva (aka. La eriza). Me desespera cuando Kosmo no hace los trucos que le enseñé y así, la lista es un poco larga.

          Mi procrastinación es bastante extrema, suelo dejar mis tareas hasta pocas horas antes de la entrega, lo mismo para el estudio de exámenes; sin embargo, ha escalado a trámites burocráticos y gubernamentales, metiéndome en problemas por lo mismo. Tener una mascota me ha ayudado a ser más activa y evitar ese estado de pausa, aunque también es una arma de doble filo, pues sacar a Kosmo a pasear puede convertirse en una tarea de dos horas. Eso mismo me hace perder mis prioridades.

        Dormir siempre ha sido algo irregular. Algunas noches, puedo dormir 12 horas y despertar totalmente exhausta, como si no hubiera dormido nada. Esto se debe a todos los pensamientos cambiantes que producen ansiedad, sin permitirle al cerebro un descanso digno. Sin embargo, hay noches en las cuales siento un cosquilleo de energía en mi cuerpo y no puedo seguir acostada, así que me da insomnio y necesito hacer algo. Usualmente cuando esto sucede, duermo tres horas y me despierto con toda la energía del mundo, a pesar de ser algo completamente insostenible.

       Descubrí que la razón por la cual no puedo ver películas sin subtítulos, aunque sean en español era porque me obligaba a poner atención y seguir la historia, olvidándome de mis pensamientos. De la misma manera, es mi forma de concentrarme, pues son demasiados estímulos audiovisuales y emocionales. Aunque también, necesito estarla comentando constantemente, pero yo lo considero un lenguaje de amor. Pregúntenle a mi hermana, se vuelve aburrido una vez que no hay opiniones.

       Recientemente, aprendí un término que me hizo
todo el sentido del mundo. El nombre de la acción es “enmascarar” y sucede cuando no te sientes cómoda de ser tú misma en un grupo de personas neurotípicas, en donde intentas camuflajearte al imitar su vocabulario, lenguaje corporal o tono de voz para poder encajar. Había veces que iba a reuniones o comidas, y
sentía una pérdida terrible de identidad al no estar con esas personas, pues me había convertido inconscientemente con atributos de su personalidad. También, hay situaciones en las que prefiero quedarme callada porque no siento las vibras correctas o que el espacio no es el seguro. Al parecer, es un insitinto de supervivencia.

         A pesar de los lados “negativos” de tener TDAH, me he dado cuenta de todos sus aspectos positivos. Me he convertido en una persona sumamente resiliente, en donde es difícil que me afecten las críticas ajenas o de personas que no me importan. Sin embargo, las personas a las que amo, les soy sumamente leal y jamás podría tener la capacidad de juzgarlas, pues tienen mi amor incondicional. Les amo, amigues. Aunque tiendo a olvidar ciertas cosas, le presto atención a todos los detalles. Tengo la capacidad de recordar cosas de otras personas irrelevantes o personales, comentarios o sitauciones como si las hubiera memorizado. Mi manera de resolver problemas puede que no sea la correcta o la normal, pero mi astucia me ha sacado de bastantes problemas. Y mi humor, un arma de doble filo, o es fuera de contexto o es demasiado gracioso. Un ejemplo leve, cuando era pequeña, solía morder a mi mamá:

- ¡Ouch! – Gritó mi mamá, bastante enojada. – No puedes morder a la gente, sólo los animales lo hacen.

- Woof, woof.

Mis papás se olvidaron de regañarme porque me salvé con sus risotadas.

El Rey León era mi película favorita y me la sabía de memoria. Utilizaba los diálogos de Simba para salirme de problemas y castigos, así que cuando me regañaban y amenazaban, yo les contestaba para hacerlos reír:

- ¿Peligro? ¡Ja! Siempre he sido muy valiente… ¡yo me río del peligro! Ja, ja, ja.

  Y mi comportamiento favorito, aunque no para los que me rodean, es escuhar la misma canción obsesivamente en un lapso corto de tiempo. Al poder predecir las letras y los ritmos, reduce mi ansiedad y genera dopamina. Escuchar canciones repetitivamente me pone muy de buen humor, me da mucha energía y me genera demasiado placer, hasta que las quemo y necesito encuentrar una nueva.

    Les voy a compartir mi lista de canciones que me fueron prohibidas por mi hermana, mis padres, mi novio y mis amigas, pero  espero que las puedan disfrutar tanto como yo lo hice alguna vez.

1. I have nothing – Whitney Houston > está es la más reciente.

2. Barbie World (Aqua) – Nicki Minaj, Ice Spice

3.  Choose your fighter – Ava Max

4. Vivir así es morir de amor -Nathy Peluso

5. Calm Down – Burna Boy, Selena Gómez

6. Marea – Fred Again

7.  Hard times – Paramore

8. Yonaguni – Bad Bunny

9.  Say what you will – James Blake

10. The spins – Mac Miller

11. Aurora – Daisy Jones and The Six

12. Morrigan – Tino el pingüino

13. Pink + White – Frank Ocean

14. About damn time – Lizzo

15. My future – Billie Eilish

16. What’s up – Four Non Blondes

17. Rock – Olamide

18. Literal – Tino el pingüino

19. BESO– Rosalía 

20. 10%- Kali Uchis 

21. Te lo agradezco pero no - Shakira, Alejandro Sanz

22. Mientras me curo del cora - Karol G

Y ya, esas son las que recuerdo por el momento.

        (Viendo las imágenes, no puedo creer que jamás me hubieran diagnosticado desde niña, se puede escuchar la intensidad e hiperactividad de mi ser.)

 

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