Isa, La Eriza
October 4, 2024Claro, el apodo para mi hermana es “Isa, la Eriza” porque desde que tengo memoria y desde el día uno de su existencia, le he sacado de quicio y sus rabietas son peores que las del diablo. Siempre se lleva y nunca se aguanta. Pero creo que es normal para los hermanos menores.
Mi relación con ella siempre ha sido una balanza inconstante, que un día todo el peso se va hacia un lado y al otro día, al extremo. Una mañana somos enemigas y por la tarde somos mejores amigas.
A pesar de nuestras peleas y discusiones, es mi compañera de vida y no la cambiaría por nada. Bueno, eso no es verdad. Un día casi lo hice y por Miko. Jejejejej, sorry not sorry.
Un domingo por la tarde, mi mamá, mi hermana y yo nos fuimos al cine de Harbor en Mérida. Cuando salimos de la función, vi un letrero gigante de “Sanando Patitas”, una organización de rescate de animales para luego encontrarles una familia. Debajo de él, había un cachorrito hermoso cafecito con negro, gordito y con una cola de dragón. Fui a acariciarlo por un momento, como con todos los perros que se cruzan en mi camino, pero con él fue distinto. Lo cargué, lo miré a los ojos y me dio un lenguetazo. Sabía que le había encontrado un hogar: el mío.
- Mamá,
Isa, lo voy a adoptar. No estoy pidiendo permiso, con mi trabajo, yo lo puedo mantener. – Dije asertivamente y sin dudarlo.
- Ale,
no. Es demasiada responsabilidad y ¿a qué hora piensas hacerlo? Te la pasas trabajando y en la universidad. – Respondió Danycot.
- Sí,
Ale. Yo no pienso hacerme responsable. Quiero disfrutar de mi vida de estudiante, sin preocuparme de nada. – dijo la Eriza.
- Isa, neta no tendrías que hacer absolutamente nada. Yo lo sacaría a pasear, le daría de comer, llevarlo al veterinario. No lo tienes que ni tocar. – Cargué a Miko en su cara. – Es que míralo, como le vas a decir que no.
La señorita de Sanando Patitas se rió y nos contó que su nombre era Dito. Lo habían rescatado de una casa que lo tenía muriéndose de calor en el patio, sin comer y lleno de pulgas. Que bueno, no había sido rescatado sino robadito y por eso se llamaba “Dito”.
- Alessandra, no vives sola. Tu hermana no quiere y es una decisión que se debe de tomar en conjunto. Ya, vámonos.- Me regañó mi mamá.
- Pero, ve su carita…- Se me empezaron a llenar los ojos de lágrimas.
- Ale, ¿es en serio que vas a llorar? No inventes.- Dijo La Eriza.
En ese instante, no lo podía soltar y tampoco pude contener el llanto. No me quería separar de él. Me acerqué a su oreja y le susurré: “Yo seré tu madre, te cuidaré. Regresaré por ti. Te lo prometo.” La música dramática sonó de fondo y nos fuimos a la casa.
- Ale, de verdad no quiero que adoptes a ese perro. Te lo digo desde ahorita, aparte está horrible.
- Mamá, no digas esas cosas de tu nieto. Qué mala onda.
- Sí, pero en serio ahorita no quiero perros, Ale. A lo mejor en enero cambio de opinión. – reiteró Isa.
El lunes por la mañana, le mandé mensaje a la organización para pedir informes y empezar con el proceso de adopción. Los astros se habían alineado para darle una sorpresa a mi hermana, pues se iría el fin de semana a la CDMX para una audición. Me puse de acuerdo con Sanando Patitas y el sábado llegaron con Dito a mi casa. Llevaba un collar de arcoíris con un moño y su energía hiperactiva. Me reconoció al instante y de la emoción, se hizo pipí. Lo cargué y le dije:
- Ves, lo prometido es deuda. Bienvenido a tu nueva casa. Espera a que conozcas a tu otra mami, de verdad se va a sorprender.
Me dieron los papeles de adopción y me advirtieron que no había devoluciones, sólo un periodo de adaptación de 15 días. Lo llevé al veterinario para comprarle sus medicinas contra las pulgas y hacerle un chequeo general. Estaba a la perfección. Un día antes, había ido de compras. Le conseguí una cama gigantesca y acolchonada, las mejores croquetas, un paquete de juguetes, premios, collar y correa. Había decidido que su nombre sería Miko, claramente por mi obsesión del momento. Me acababa de disfrazar de Young Miko para Halloween y no me podía sacar de la mente su canción de Wiggy.
El fin de semana había terminado y el lunes, falté a la universidad para no dejar a Miko solo, pues La Eriza llegaba temprano en la mañana. Despertamos acurrucados y lo saqué al jardín para que hiciera pipí y jugara un rato en el pasto. Regresamos a mi cuarto para explicarle que conocería a mi hermana. Pasaron unos minutos y escuché que había llegado. Tocó la puerta y lo escondí en las sábanas.
- Ale, ¿por qué faltaste a la escuela?
- Es que me…
- Guau!!!!!!
Miko brincó de la cama. Isa se rió. Todo estaba bien.
- No lo puedo creer.
- Ya sé, está hermoso.
- No, te dije que de verdad no quería perros.
- Isa, es que se llevó mi corazón. No lo podía abandonar. Te prometo que no tendrás que hacer nada. Se porta increíble y ya sabe que no se puede hacer pipí dentro de la casa.
Isa lo cargó y en ese instante, se orinó, ensuciándole toda su blusa. Fue la gota, que literal, derramó su enojo.
- ALE, NO. TE MAMASTE. NO QUIERO PERROS. REGRÉSALO. AHORITA.
- Isa, no grites, lo vas a espantar.
- NO RESPETASTE MIS LÍMITES. NO LO QUIERO EN LA CASA. NETA.
- No lo voy a regresar. Hablo en serio. Es mi hijo.
Parecía que éramos una pareja divorciada discutiendo a muerte. Se salió como furia del cuarto y se encerró en el suyo. Mi mamá me marcó.
- ALESSANDRA, quiero que hables en este segundo para regresarlo. No puedo creer que me hayas desafiado de esta manera.
- Mamá, no lo puedo regresar. Firmé un contrato.
- Entonces, búscate otra casa. Tu hermana no quería perros, así que ella o el perro.
- Pues, el perro. No lo voy a regresar.
- Eres una grosera. No puedo creer que prefieras a ese perro tan feo que acabas de ver
antes que tu hermana de toda la vida.
- Es que no lo entiendes, tenemos una conexión diferente.
- No digas tonterías. Espérate a que le diga a tu papá. Regresa al perro o me regreso en este instante para devolverlo. Lo digo en serio.
No lo decía en serio, obviamente. Me colgó el celular sin decir adiós. Pero si me daba miedo la reacción de mi padre. Sabía las consecuencias que me esperaban y estaba dispuesta a enfrentarlas. Me volvió a marcar Danycot.
- Alessandra, márcales que lo quieres rergresar.
- De verdad no puedo, está en el contrato.
- DEJA DE DECIRME MENTIRAS. MARCA AHORA PARA REGRESARLO.
- No te estoy mintiendo. Sólo hay un periodo de adaptación de 15 días.
- PUES EN DOS SEMANAS SE VA.
Me colgó el celular y solté un llanto despechado. Miko se espantó y empezó a brincarme.
- Mi vida, no te preocupes. Tú de aquí no te vas. – le dije sollozando mientras le daba besitos en su cabeza.
Empecé a armar una presentación de las razones por las cuales un perro es beneficioso para el TDAH y el bienestar emocional, el presupuesto que requería y de su historia. Tenía que estar preparada para la llamada del Terror, digo, de Terro, mi papá.
Por la tarde, recibí su llamada. Estaba bastante tranquilo, sólo me dijo que estaba decepcionado y que no me iba a apoyar. Eso fue peor. Mi hermana y yo no nos dirigimos la palabra en una semana entera. Sin embargo, el fin de semana, cuando regresé de la tienda y entré a su cuarto, estaba acurrucada con Miko en la cama.
- Tienes razón. Es un hermoso.
- Te dije. Somos sus mamis, su nueva familia.
- Pero si te mamaste, Ale.
- Ya sé, perdóname. – me disculpé de manera sincera. – Pero mira lo que ya le enseñé.
Le dije “High Five” y Miko unió su pata con la mía, se acostaba y sentaba a mis órdenes. Mi hermana ya no estaba eriza sino de lo más contenta de tener un perrhijo. Yo sabía que eso iba a suceder y que en 15 días nadie se iba a ir a ningún lugar.
Creo que esa ha sido nuestra discusión más grave y espero que la última. No tengo las palabras suficientes para agradecele todo el apoyó que me brindó este año. No me imagino lo difícil y complejo que ha de haber sido apoyar a alguien con depresión severa. Sola, siendo la menor. Empezando desde cero, intentando disfrutar su vida a la par.
Entraba todas las mañanas después de la llamada de mi papá a las 5:30 para prenderme la luz y asegurarse de que no me hubiese hundido en la cama. A veces me hacía el desayuno y cuando faltaba a mis clases, me llevaba la comida al cuarto y no se iba hasta que me la terminara. Me alentaba a que me arreglara y me invitaba a todos sus planes. Le explicaba a mis profesores y a mis amigos que tenía migrañas frecuentes, la razón de tantas ausencias y de mi comportamiento inusual. Me acompañaba a mis citas con el psiquiatra para darme apoyo emocional y supervisaba que me tomara mis medicamentos. Soportaba mis malas contestaciones y mis preguntas existenciales. Le daba estatus constantes a mis padres y a mi novio, que le mandaba mensajes preocupado de que no le contestaba las llamadas ni textos en todo el día. Tampoco era la primera vez para ella en donde me cuidaba de ese monstruo que se apoderaba de mi.
Admiro su paciencia y cariño bondadoso que siempre me ha brindado a mí y a todo el mundo que la rodea. Tiene una ternura y amor impresionante, siempre quiere andar abrazando a todo mundo, algo que le he aprendido. La Eriza ha sido una maestra de vida magnífica. Me ha enseñado que tiene un superpoder: su voz. Canta tan hermoso, que ha logrado hacer llorar a sus oyentes. Es hermosa por dentro y por fuera, siendo muy sabia a pesar de ser tan joven. Es demasiado empática y comprensiva, siendo un alma muy sensible. Admiro su fortaleza de levantarse después de caerse, romperse el brazo, casi morir en un alambrado de púas después de haber sido catapultada de una cuatrimoto y atacada por una mantarraya. Sí, todo eso le sucedió, afortunadamente, no en el mismo día.
Her- ma- na, gracias por acompañarme en este camino. Gracias por tu amor y paciencia. Gracias por todas nuestras anécdotas y recuerdos. Gracias por ser la otra mami de Miko. Gracias por cuidarme y apoyarme siempre, aunque en muchas ocasiones, no me lo merecía. Gracias por ser mi her-ma-na. Y aunque muchas veces me cueste decirlo, te amo.