Nadie Se Quiere Morir
October 14, 2024Tocaré temáticas muy sensibles y vulnerables. Este contenido está basado en mi experiencia personal y con ejercicios que me funcionaron, sin embargo, recomiendo que si alguien se encuentra en una situación similar, que busque la ayuda de profesionales.
Mi despresión es un monstruo verdaderamente asqueroso, se aparece con intenciones falsas de ser amigos. Se mete en mi cabeza y poco a poco, destruye mi identidad, me quita todo lo que me hace feliz y me hace creer que mis pensamientos intrusivos son mi única realidad. Así es como comienza, hasta convertirse en parte de mi.
Los pensamientos intrusivos son ideas recurrentes, necias, que se traban en la mente por un tiempo indefinido. Pueden causar confusión, malestar y ansiedad. Al ser pensamientos tan desagradables, nos generan un desbalance e impacto emocional fuerte, obligándonos a darles relevancia. Algunos de ellos se ven de esta manera:
- No soy nadie.
- Nadie me quiere.
- No quiero ni puedo tomar decisiones.
- Nunca voy a dejar de sentirme así.
- No quiero hacer nada. Sólo quiero dormir.
- No puedo controlar lo que me pasa, ni lo que siento.
- ¿Cuál es el punto?
Con terapia y práctica, he aprendido a bajarle el volumen y la relevancia a estos pensamientos. Me pregunto si estoy asumiendo cosas, exagerándolas y soltándolas. Las escribo y después intento no fijarme en ellas. Claro que, a veces, no siempre funciona. Sin embargo, hablarlo con mi terapeuta y llegar a sus raíces para deshacernos de la mala hierba, ha ayudado bastante.
Preguntarme si le diría cosas tan horrendas e hirientes a un ser querido, me hizo darme cuenta de que hablarme así estaba mal. El camino de quererse a uno mismo, toma práctica y paciencia, pero vale la pena. Así que, hablarte en tercera persona y ver el problema desde otra perspectiva suele ser una herramienta muy eficiente.
Otro foco rojo es cuando me empiezo a comparar de una forma negativa y autodestructiva, sintiendo envidia y coraje. Me hago chiquita y me pregunto como alguien me puede querer o creer que soy chistosa si soy tan inauténtica y aburrida. Se empiezan a generar espirales de las cuales no me puedo zafar y en vez de pasar tiempo con mis amigas, prefiero pasarla debajo de mis cobijas. No se me ocurr ningún tema de conversación o que valga la pena hacerlo.
Mi música, a pesar de que escucho prácticamente todos los géneros, comienza a ser tediosa y abrumante. Decido que el silencio y escuchar mis propios pensamientos debe de ser mejor. Aunque, hay que tener cuidado con las letras de las canciones, pues si las repetimos constantemente y tienen melodías depresivas o significados negativos, pueden permear nuestros pensamientos. Le ponen un soundtrack muy melodramático a la existencia, en vez de ser canciones que levanten el ánimo.
Comer, bañarme y vestirme se convierten en tareas irrelevantes, que consumen demasiado tiempo y que no valen la pena. Pierden su característica de disfrute y de importancia en las tareas básicas del día al día porque al final son tareas que deben de cumplirse y tacharse de la lista. No me interesa verme bien, sentirme bien ni estar nutrida con la mínima energía, sólo hay que sobrevivir un día más.
Mi dedo pulgar empieza a ser carcomido de manera inconsciente por la ansiedad y es un comportamiento compulsivo que no puedo parar, así que debo recurrir al micropor y cremas antibacteriales. Ya no sólo es un pellejito sino que su gravedad se desliza hasta la mitad del dedo. Cuando lo hago, no me duele, me distrae de la situación en la que me encuentre.
Me rondan interminables preguntas existenciales que no tienen fin, generando un dolor de cabeza insportable llamado migraña. Lo cual, me tumba más profundamente en mi cama, debilitando mi mente, cuerpo y alma. Me es incapaz sentir empatía, amor o cualquier cosa que no sea enojo y tristeza. Me vuelvo irreconocible. La luz de mis ojos se apaga, mi sonrisa es inexistente, es como si mi esencia
desapareciera por completo.
No quiero leer. No quiero ver nada. No quiero platicar. No quiero escribir. No quiero explorar y viajar. No quiero gastar mi dinero. No quiero hacer cosas increíbles y nuevos planes. No quiero comer. No me quiero levantar de mi cama. No quiero comer. No quiero ni hacer pipí.
En esto último, nunca me había sentido tan relacionada con una situación como la de Rue en Euphoria, en donde se siente tan mal y sin energía que no se puede levantar de la cama para hacer lo más básico de la existencia humana: ir al baño. Cuando me he sentido demasiado deprimida, es lo único que me saca de mi cuarto, drenando la última gota de gasolina que se encuentra en mi cuerpo.
Sin embargo, cuando los pensamientos y preguntas existenciales suben de tono a ser moribundas es cuando realmente me preocupo. Empiezo a sentir una ansiedad
desgastant de que su amiga, Depresión, que me hace preguntas tan morbosas.
- Si algo me llegara a pasar estando sola, ¿la extradicción de un cadáver le costaría mucho dinero a mis papás? ¿Viajaría en un ataúd?
- Si me cayera de estas escaleras, ¿me rompería la nuca o me quedaría paralítica?
- Si me cruzara la calle sin fijarme….
- Si hiciera algo ahorita, probablemente mi hermana quedaría traumada de por vida. Tal vez no sea tan buena idea.
En fin, muchas preguntas y situaciones verdaderamente nefastas. No, nunca me he querido
morir realmente, sólo quería acallar a esa amiguita tóxica que no se salía de
mi cabeza. Son pensamientos que no quiero volver a recordar, pero me doy cuenta de que estaba muy enferma. Tener un círculo de confianza y red de soporte que pueda detectar estos cambios de personalidad y comportamiento tan drástico, son esenciales. Mi familia, amigas y novio han sido un pilar en mi vida que no puedo dejar de agradecer, pues han soportado con todo su amor y cariño tanta apatía y tristeza.
Hacer una lista y recuento de situaciones que he superado en el pasado, me hacen darme cuenta de mi resilencia y de que todo puede cambiar. También, hacer una lista de situaciones y experiencias positivas, te dan esperanza de que el futuro puede traer consigo más de ellas. Forzarte a salir con amigues, aún cuando no quieres, puede sacarte unas sonrisas y poco a poco, liberarte de esas cadenas. Intentar nuevos hobbies y reconectar con cosas que amabas hacer, te hará recordar de que vale la pensa sentir cosas lindas.
Házte amiga contigo misma, a mi me funcionó. Pedí ayuda y me arrastré a terapia, sabiendo que no iba a mejorar si no decidía cambiar. Ser más amable y perdonarme de manera más consciente me ayudó a salir de mi depresión. Y hacer ejercico. Es vital mover tu cuerpo y distraerte de tus pensamientos, además de que libera endorfinas. Yo bajé 5 kilos por no comer y no hacer nada de ejercicio, todo me parecía demasiado agotador. Poco a poco, he recuperado mi fuerza y músculo, todo gracias al Yoga.
Así que, si llegaste hasta aquí y te sentiste un tanto relacionado con algo de esto, pide ayuda. Ve a terapia. Cambia tu vida. Desházte de tus amigues tóxicos: depresión y ansiedad.